jueves, 12 de enero de 2012

Bueno, con algo hay que empezar, ¿no?

Este cuentillo lo escribi hará ya cosa de año y medio. No me parece mal para acabar con el miedo escénico. No dudéis en corregirme la ortografía o lo que os parezca. Y si os gusta decidlo, si no, pues también.



YOU CAN´T ALWAYS GET WHAT YOU WANT

You can´t always get what you want
You can´t always get what you want.....

La voz de Mike Jagger se iba apagando en los altavoces de mi coche mientras volvía a la vigilia de dónde fuera que me encontrara. Un último ronquido corto y seco, como telonero de Rock & Roll de los Poets and Pornstars, mientras entreabría un ojo y alzaba la cabeza. Sí, estaba en el coche y seguía siendo de noche. Bueno, por lo menos no llevaba dormido mucho tiempo.
Me limpié las babas de la barbilla con una de las mangas de la camiseta e intenté situarme, intentando recordar, mientras hacía balance de la situación. Estaba en mi coche, bien. ¿Era de noche? sí. ¿Dónde coño estaba? Ni idea. Miré por la ventanilla pero sólo pude entrever hierba, algún árbol y negra oscuridad. No estaba en la ciudad eso estaba claro. Pero la gran pregunta era: ¿por qué tenía los huevos al aire, los pantalones por los tobillos y un condón usado en la polla?
Mierda de noches, sales, te desinhibes un poco; y acabas solo en un coche con la boca sabiendo a petróleo rancio y las pelotas tan frías que parecen y suenan cómo canicas de puto cristal. Ah, la vida...

Me dolía la cabeza y tenía ganas de hacer pis; así que me bajé del coche sin subirme los pantalones - total, me los iba a volver a bajar ya mismo- y, andando como un pingüino borracho, me alejé un par de pasos del coche antes de liberar la vejiga. En el estado en el que me encontraba tardé un poco en darme cuenta de que todavía llevaba el condón puesto, y para cuando me dí cuenta el maldito chubasquero ya se estaba empezando a hinchar de orina y empezaba a escurrirse por el pene como una parodia de oruga gorda y perezosa que se arrastra por una rama, sin preocuparse de lo que pasará cuando llegue al extremo. Como contrapunto positivo, uno podía cerciorarse de que el látex no tenía ninguna fuga, una cosa menos de la que preocuparse. Porque, si llevaba un preservativo, sería por qué había tenido con quién usarlo, ¿no? Supongo, no soy yo de pajas de rico.
Deduje que la noche habría sido otra espiral de alcohol, tabaco, drogas y alguna niñata en fase de tirarse hombres mayores. Ella obviamente no se lo había pasado muy bien dado que no la veía por ninguna parte. Bueno, eso pasa cuando quieres follarte hombres de mediana edad, totalmente colocados, en un coche incómodo.

Todo eso pensé mientras meaba.

Una vez mi vejiga estuvo vacía, tiré el chubasquero lo más lejos que pude, me subí los calzoncillos y los vaqueros, y me sequé las manos restregándomelas contra mi culo. Palpé los bolsillos del pantalón y saqué un paquete de tabaco arrugado; el mechero estaba dentro. Mientras volvía al coche me encendí un cigarro apoyé la espalda en la sucia y fría carrocería y miré a mi alrededor. Estaba en la cima de alguna colina, por lo que podía ver hasta bastante lejos. Todo era llanura seca a mi alrededor, solo prado en todas direcciones menos hacia el este. Al este estaba la ciudad. ¿Qué cómo sé que era el este? Fácil, estaba amaneciendo y el incipiente resplandor del sol delineaba edificios contra la oscuridad.

No me gusta que me pille el sol. Tenemos hobbies demasiado distintos; el suyo es iluminar y dar calor. El mío es jugar al escondite, y, para eso la noche y la luna son mucho mejores amigas. Así que me monté en el asiento del conductor, cerré la puerta y arranqué el motor. Sonando; The Doors, bien. Conduje colina abajo, hacia la ciudad. Al este.